Amamantando tras un cáncer de mama
Una historia de María Carrasquilla Ospina
Embarazarme a los 44 años después de un cáncer de mama fue lo más hermoso que me pudo pasar. El hecho de ver una célula de vida creciendo en mi cuerpo después de haber visto las células anormales del cáncer me devolvió la fe en muchos sentidos. Fue ahí que empezó mi preocupación por lograr una lactancia comprometida con mi hijo.
Yo nunca fui una fanática de la lactancia materna, tengo un hijo mayor al que amamanté 4 meses y a mi hija le di pecho 7 meses, en ambos casos lo hacía de manera mixta utilizando también fórmula. Estas experiencias con la lactancia fueron muy distantes, lo hacía mas bien porque consideraba que era mi deber, nunca me informé, ni investigué más sobre esta práctica, tampoco lo disfruté. Los pediatras no me motivaron mucho con el tema, incluso uno llegó a decirme, cuando le pregunté cuánto debía amamantar a mi hija, que eso dependía de qué tan caídos quería tener mis pechos.
Había escuchado en esa época de la Liga de la Leche pero tenía la idea de que era un grupo de mujeres demasiado clavadas en la maternidad y yo siempre me sentí muy feminista, independiente, amante del trabajo y que veía en esas cuestiones de la crianza una esclavitud más, impuesta por una sociedad machista. Pero la Vida, esa gran Maestra, nos coloca donde tenemos que estar para aprender algo que necesitamos y lo cierto era que yo tenía mucho que aprender sobre la lactancia, sobre mi cuerpo y su valor, sobre ser mujer en este mundo y en esta época. Yo que era una mamá casi graduada, en el tema de la lactancia me vi como una aprendiz junto a las mamás primerizas.
El apoyo que me ha brindado la Liga de la Leche ha sido invaluable. Cuándo me acerqué preocupada porque no sabía si iba a poder alimentar a mi bebé con un solo pecho me mostraron con paciencia y amor que era posible. Hoy hemos llegado mi hijo Eliam Santiago y yo a los 15 meses de lactancia materna sin utilizar fórmula la mayoría del tiempo (solo tuvimos un breve periodo de lactancia mixta entre el segundo y tercer mes, mismo que pudimos superar gracias a la asesoría de las líderes de la Liga). Y vamos por más, deseo un destete natural y aunque los oncólogos me regañen y me sugieran dejar la lactancia porque mi hijo ya está «grande» yo espero dar a mi hijo teta todo el tiempo que necesite. Deseo que mi único pecho siga lleno de miel, de magia y de vida.
He aprendido mucho más allá de la lactancia. He podido elaborar una nueva idea sobre ser mamá, he abandonado mitos y me he fortalecido como mujer. Finalmente, el cáncer me quitó un pecho pero me dio mejores ojos y un nuevo entendimiento de la vida que anhelo me acompañe siempre y en todos los tropiezos que deba enfrentar. Solo me queda agradecer infinitamente el apoyo que brindan mujeres como Angélica y Alejandra, sin ellas nada de esto habría sido posible.